Tras un 2013 marcado por altos niveles de desempleo para los jóvenes, la OIT anunció que este año los menos experimentados volverán a ser los más golpeados por el paro. Ni siquiera la Europa de riquezas centenarias se salvará del caos. "Durante la crisis económica, los jóvenes son a menudo el último en entrar y el primero en salir; es decir, el último en ser contratado y el primero en ser despedido", alerta el Informe Mundial de la Juventud de la ONU.
La pobreza, arraigada en naciones de África, Asia o Latinoamérica, se convierte en tema común en Europa, donde unas 120 millones de personas son afectadas por ese mal y otros 25 millones estarían cerca de la precariedad para 2020. Tras el fin de la II Guerra Mundial, Europa puso en práctica, ante la competencia del avance de gobiernos progresistas en esa región, programas de mejoras sociales, conocidos luego como el estado de bienestar, ahora bajo amenaza de extinción.
El flagelo de la precariedad o la exclusión social constituye un asunto incómodo cuando ello versa sobre la Europa desarrollada, ahora agobiada por los efectos de la debacle financiera de 2008, cuando, en especial la zona euro, se puso en jaque al sistema de bienestar social. Además, la crisis financiera de hace casi seis años sacó a flote los poderes mantenidos a discreción de las instituciones del bloque comunitario y la retoma de medidas neoliberales tan usadas y desechadas en América Latina, tras la llamada década perdida de 1980.
El auge de los programas de rescate de instituciones como la Comisión Europea y el Banco Central Europeo, acompañado del Fondo Monetario Internacional (la troika), puso de moda la imposición de condiciones a los países más afectados con medidas de carácter supranacional. Grecia, Portugal, Irlanda y Chipre debieron cumplir con draconianas condiciones que afectaron sus sistemas de ayuda social, y en otras como España, Eslovenia o Italia las medidas se aplicaron para evitar el pedido oficial de un rescate, mientras en el Reino Unido la austeridad recuerda la época del thatcherismo.
De hecho, tales medidas, incluido el recorte de los gastos sociales en educación, salud y subsidio al desempleo, reducción de salarios, contracción de la fuerza laboral en el sector estatal, unido a la privatización de los servicios públicos, se convirtió en una trampa que solo agudizó la desocupación y la pobreza. Lejos de mejorar las condiciones de vida de millones de europeos, luego de una crisis en la que los bancos emitieron miles de millones en créditos sin respaldo de fondos y crearon una burbuja financiera que explotó en Estados Unidos y arrastró al resto del orbe, las medidas de ajuste solo agudizaron la precariedad social.
En 2007, el número de personas por debajo de los niveles de pobreza llegaba al 17 por ciento de la población, es decir, unos 80 millones de personas, pero para 2012 la cifra abarcaba casi el 25 por ciento, es decir, unos 120 millones de europeos. Claro está, los parámetros empleados para medir los estados de precariedad son relativos, pues se tiene en cuenta que por lo general esas personas están casi un 50 por ciento por debajo de los ingresos medios de la población en sus respectivos países.
De acuerdo con el Instituto Europeo de Estadísticas (Eurostat), la pobreza afecta, sobre todo, a naciones como Bulgaria, donde el 42 por ciento de la población está bajo riesgo de caer en la categoría de pobres, en Rumania, el 41, en Letonia, el 38 y en Lituania, el 33. En otras naciones como Francia, está en peligro de caer en la precariedad el 19,3 por ciento de la población, en Alemania, el 19,7, en la República Checa, el 14, en Suecia y Holanda, el 15, mientras Austria, Luxemburgo y Finlandia registran 17 puntos cada uno. Para el caso específico de Holanda, el índice de pobreza creció de 7,4 puntos en 2010 a 9,4 en 2012.
Además, según el director del Trussel Trust, Chris Mould, los bancos de alimentos son cada vez más populares en Europa, en especial, entre personas con salarios muy bajos, con empleos temporales o de medio tiempo. Por ejemplo, en Inglaterra el número de centros para repartir comida gratuita aumentó en 20 veces, en tanto en Alemania pasaron de 310 en 2002 a 906 en 2012. Vale la pena destacar que en naciones como Italia el número de personas en pobreza relativa pasó de dos millones 400 mil en 2007 a cuatro millones 800 mil en 2012.
Todo ello ocurre pese a que los primeros planes para combatir el flagelo de la pobreza en Europa se iniciaron en 1975, cuando apenas se hablaba de la Comunidad Económica Europea que después dio paso a la Unión Europea (UE), pero, lejos de reducir los índices de los socialmente excluidos, la cifra se elevó progresivamente.
Un programa puesto en práctica en la década de 1990 preveía erradicar la pobreza para 2010, mientras dedicaba unos 200 mil millones de euros para planes de ayuda económica y desarrollo con el objetivo, entre otras cosas, de eliminar ese mal. Pero en tiempos cuando se hacían cada vez más claros los efectos de la crisis que el mismo sector bancario creó, el citado programa se congeló en 2010, mientras los desembolsos dirigidos a reanimar la rama financiera superaron los cinco billones 400 mil euros, de acuerdo con la organización no gubernamental International Oxfam.
Quizás por ello, el propio Eurostat debió reconocer en 2011 que el 10 por ciento de las personas más ricas se beneficiaron del 24 por ciento del total de los ingresos en Europa, mientras el 10 por ciento de personas más pobres apenas tuvo acceso al tres por ciento de tales beneficios.
Paradójicamente, en épocas de crisis, el número de acaudalados multimillonarios aumenta de forma considerable, pues desde 2008 ese tipo de personas se incrementó en 5,4 por ciento, para llegar a unos 144 mil 600 en la región europea en 2012, según el Informe Anual sobre Riqueza del Mundo. Mientras esto ocurre, surgen fenómenos como la llamada pobreza energética en el Reino Unido, pues muchas personas son incapaces de pagar las elevadas tarifas de la calefacción y deben pasar el duro invierno británico con sus viviendas sin el calentamiento adecuado.
Pero otro fenómeno muy común por estos tiempos es el salario que apenas alcanza para cubrir las necesidades mínimas, posible en medio de condiciones muy difíciles para la obtención de un puesto de trabajo, con el problema de empleo a media jornada o temporal muy extendido en la región. De hecho, el propio desempleo se convierte en otra consecuencia directa de las medidas de austeridad con las que la troika proclama la solución al avance económico de los estados salvados por rescates financieros.
Entre las naciones más afectadas está Grecia, donde la desocupación se acerca al 28 por ciento de la población; en España, donde está por encima de los 26 puntos; y en Portugal, con 18. Pero dentro del fenómeno del paro, la preocupación es mayor en el caso de los jóvenes, con índices de desempleo de 59 por ciento en Grecia y de 56 en España. Ello lleva a que, en toda la UE, el promedio de pobres por debajo de la edad de 18 años sea de 27 puntos, mientras afecta al 20 por ciento de las personas por encima de los 65 años.
Los especialistas consideran que la desocupación y la exclusión social, sobre todo la juvenil, se convirtieron en motivo de preocupación de los gobiernos europeos porque el incremento de la desigualdad puede llevar al auge de la delincuencia, peor atención de salud y a magros resultados académicos. Sin embargo, la puesta en práctica de demandas de la troika de acreedores abre nuevas trampas al desarrollo social, con obstáculos como la pobreza y el desempleo, que aumentan a su paso.
El drama de una juventud sin sueños
La Organización Internacional del Trabajo anunció que los jóvenes volverán a ser los más golpeados por el paro en 2014. Ni siquiera la Europa de riquezas centenarias se salvará del caos, agregó esa entidad, pues las condiciones del mercado laboral muestran señal alguna de recuperación y todo parece indicar que 2014 casi no registrará aumentos en los índices de empleo.
Según coinciden los especialistas, para los jóvenes esta situación es doblemente traumática, pues además de ser las primeras víctimas de los recortes, su transición desde el sistema educativo hacia el mundo del trabajo se convierte en un proceso complejo y hasta doloroso. No por casualidad las autoridades han advertido acerca del incremento de los suicidios a raíz de la crisis económica iniciada formalmente en 2008, pues solo un año después la cantidad de jóvenes europeos que se quitó la vida aumentó en un 4,2 por ciento.
"Nuestros resultados muestran que la crisis económica supone, considerablemente, un riesgo de suicidio", afirmó un colectivo de autores en la British Medical Journal, los cuales confirmaron que en Europa, el fenómeno afecta particularmente a los jóvenes. La investigación agregó que la mayor cantidad de suicidios ocurre entre los varones en edades comprendidas entre los 15 y los 24 años, quienes además de ser víctimas del desempleo, son usualmente los menos protegidos mediante los sistemas de seguridad social.
Adicionalmente, alertó que los suicidios representan solo una pequeña parte del sufrimiento en tanto las cifras reflejan únicamente la consumación del acto, mas no hablan sobre los que quedan en el intento, los cuales podrían llegar a ser 40 veces más frecuentes. Citados por un informe de la Confederación Sindical Internacional (CSI), los integrantes de una red italiana de trabajadores precarios resaltaron lo que significa vivir una juventud sin sueños:
"Somos una generación precaria, desempleada, infra remunerada o que trabaja gratuitamente y de forma invisible, condenada a depender mucho tiempo de los padres. La precariedad es nuestro leitmotiv. Vivimos al margen de todos los derechos: el derecho a estudiar, a una vivienda, a un ingreso digno, a la salud, a tener relaciones sentimentales, a vivir libres y felices", denunciaron.
La evolución social en Europa durante varias décadas del siglo XX, amparada en el llamado Estado de bienestar, propició la diseminación de expectativas según las cuales mientras más se preparasen los niños y jóvenes en sus estudios, mejor desempeño tendrían en el mercado laboral. Sin embargo, la crisis económica llegó para mostrar que los mecanismos se oxidaron y por ejemplo, en Portugal hay alrededor de 63 mil graduados universitarios en paro, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas. De hecho, la educación ha estado entre las primeras afectadas por la recesión, a causa de los recortes de presupuesto decretados por los gobiernos.
En el Reino Unido, uno de los 10 países con mayor Producto Interno Bruto del planeta, recientemente se produjeron varias protestas convocadas por principales sindicatos de maestros para manifestar la oposición a las caídas de los salarios y las pensiones, además de las malas condiciones de trabajo. ¿Y quienes salen más perjudicados cuando la educación está ausente en la lista de prioridades de los gobierno? Los niños y jóvenes.
El impacto, según testimonios, se hace muy fuerte en la enseñanza superior, dados los elevados costos de las universidades privadas y el cierre de posibilidades en las públicas. "Los recortes recientes en el sector de la educación seguramente disuadirán a muchos jóvenes de iniciar estudios superiores o ir a la universidad", indicó el italiano Salvatore Marra, citado en el informe de la (CSI).
Asimismo, las dificultades económicas de las familias obligan a no pocos muchachos y muchachas a abandonar sus estudios con la esperanza de insertarse en el mundo laboral y dar sus aportes, una opción que, como indican las cifras, también resulta ser problemática.
Generación “nini”: Ni estudia ni trabaja
"Durante la crisis económica, los jóvenes son a menudo el último en entrar y el primero en salir; es decir, el último en ser contratado y el primero en ser despedido", alertó el Informe Mundial de la Juventud de las Naciones Unidas. El desempleo juvenil, aunque afecta de manera desigual a los diferentes países europeos, en general ha alcanzado en estos años cifras históricas, pues en más de 10 el índice supera el 25 por ciento y en algunos como España y Grecia, rebasa el 50 por ciento.
Estas tasas frecuentemente duplican las registradas entre los adultos; por ejemplo, en Italia el paro general alcanza el 12 por ciento, mientras para los jóvenes es de 41,2, según cifras publicadas a finales de 2013. En el Reino Unido, casi un millón de jóvenes de entre 16 y 24 años está desempleado, lo que representa el 40 por ciento del total de las personas sin ocupación laboral.
Adicionalmente, casi la mitad de estos muchachos ha permanecido sin trabajar por seis meses o más. "Encontrar un empleo se ha convertido en una tarea casi imposible... y encontrar un buen empleo es una suerte", expresó el polaco Tomasz Jasinski, miembro de la Comisión de jóvenes de la Alianza de Sindicatos de Polonia.
"La calidad de los contratos que se ofrecen a los jóvenes no les garantiza un puesto estable ni seguro en el mercado de trabajo, lo que tiene una enorme influencia en su vida personal y familiar", agregó.
Pese a los numerosos pronunciamientos oficiales en la Unión Europea (UE) sobre la necesidad de fomentar el empleo para los jóvenes, la situación de esta generación todavía es alarmante, con índices de paro que alcanzan cifras históricas. Mientras las medidas concretas todavía no llegan, en más de 10 países del continente la tasa de desempleo juvenil supera el 25 por ciento y en algunas como España y Grecia, llega a rebasar el 50 por ciento.
Durante varias cumbres de alto nivel de la UE en 2013, los principales dirigentes comunitarios manifestaron la necesidad y disposición de priorizar la inserción laboral de la juventud, un asunto en el cual coincidieron varios mandatarios como el primer ministro italiano, Enrico Letta. No obstante, la situación está lejos de mejorar para los muchachos y muchachas, vaticinó para 2014 la Organización Internacional del Trabajo, pues este grupo poblacional continuará siendo el más afectado por un mercado laboral que no muestra señales de recuperación.
La investigadora del Instituto Sindical Europeo Margherita Bussi explicó que incluso antes de la crisis el panorama ya era inseguro a causa de la larga transición al trabajo, la multiplicación de los empleos precarios y la baja remuneración, entre otros fenómenos. "Pero incluso si su situación era en cierta medida precaria, los jóvenes esperaban salir adelante yendo a trabajar al extranjero o quedándose más tiempo en casa de sus padres mientras encontraban el empleo deseado. Ahora las posibilidades son muy reducidas", agregó, citada por un informe de la Confederación Sindical Internacional.
Generación precaria y trabajo irregular
La presidenta de la Asociación de Jóvenes de la Confederación de Sindicatos de Lituania, Goda Neverauskaite, argumentó que los empleadores quieren ahorrar dinero y lograr que menos trabajadores realicen más trabajo, para lo cual resulta rentable contratar a los de más experiencia. Mientras, el griego Kostas Petrou opinó que los directivos y propietarios no ofrecen puestos a recién graduados con el propósito de evitar más gastos en su superación.
¿Qué queda entonces para los jóvenes? Según las tendencias, lo más común es realizar trabajos irregulares acordados en contratos informales e inseguros, los que terminan siendo muy mal remunerados y con condiciones mínimas. "Muy a menudo, la inserción de los jóvenes en el mercado de trabajo se asemeja a una carrera de obstáculos. Los sucesivos contratos de corta duración y mal remunerados son a veces el único medio para acceder algún día a un empleo estable", manifestó el líder sindicalista francés Thiébaut Weber.
Esta situación conduce a los menos calificados a realizar muchas veces tareas penosas que pueden poner en peligro su salud y provocar lesiones musculoesqueléticas, incluso antes de que alcancen la edad madura, añadió. La inestabilidad tiene consecuencias graves para el desarrollo de los jóvenes como ciudadanos, coinciden los expertos, pues se obstaculiza su socialización y suelen caer en estados de fuerte depresión y baja autoestima. Ahora mismo, por ejemplo, en Italia más de dos millones de jóvenes no están registrados ni como estudiantes, ni como trabajadores, ni como aprendices en formación.
Una de las mayores contradicciones de la actualidad es que la precarización del trabajo juvenil se produce luego de décadas en que los niveles de preparación de las nuevas generaciones habían experimentado mejoras. De acuerdo con el líder sindical español Ignacio Doreste, "esta generación de jóvenes ha alcanzado, por primera vez, el más alto nivel educativo en la historia del país. Pero también es la primera que tiene o tendrá peores condiciones de vida que sus padres".
En consecuencia, se han identificado tendencias desfavorables como que muchos de ellos se han visto obligados a permanecer en el hogar de los padres y retrasar su independencia y formación de familia propia, lo que en términos generales significa postergar la definición de un proyecto de vida.
Para el italiano Salvatore Marra, en este sentido hay varios fenómenos relacionados con la juventud: escasas posibilidades de vivir de forma autónoma y de crear una vida de familia propia, emigración hacia otros países, exclusión social, problemas debidos a la marginalidad, trabajo en negro, pobreza... En el Reino Unido, por ejemplo, el 26 por ciento de los muchachos entre 20 y 34 años todavía vive con sus padres, la cifra más alta en los últimos años.
Según un reporte de la Oficina Nacional de Estadísticas, 3,3 millones permanecía con sus padres en 2013, mientras una década atrás el número apenas superaba los 2,4 millones. La tendencia tiene un impacto en otros indicadores como la tasa de fecundidad, explicó la investigadora Karen Gask, pues las personas generalmente esperan independizarse antes de aventurarse a tener hijos.
Por su parte, la periodista Sejo Vieira alertó sobre la salida masiva de este grupo poblacional en Portugal, principalmente los de mayor calificación y con estudios superiores, los cuales ante la falta de oportunidades "se aventuran a una emigración incierta y peligrosa". El propio viceprimer ministro británico Nick Clegg aceptó cuán delicado es el panorama actual, más allá del terreno económico, en los ámbitos social y cultural.
Muchos padres temen que pese a estar mejor formados, cuando sus hijos crezcan tendrán probablemente estándares de vida más bajos que los de ellos, indicó en un artículo publicado en el diario Telegraph. Expresó que "la movilidad social es también el deseo de cada padre de que su hijo sea mejor que ellos. Ciertamente, existe miedo en el país de que la crisis haya marcado el fin de un siglo de progreso en el que cada generación vivió mejor que la anterior".
Europa preocupada por el alto costo del desempleo juvenil
Es
inaceptable que 25,5 millones de personas estén sin trabajo en la UE, de
las cuales 22,7% son jóvenes de entre 18 y 25 años, afirmó la Comisión
Europea luego de conocer los resultados de un estudio de la agencia
especializada Eurofound. El ejecutivo comunitario indicó que los que no
tienen estudios ni trabajo y carecen de capacitación le costaron al
bloque unos 153 mil millones de euros en 2011.
Los jóvenes que
integran la generación perdida suman casi 14 millones y las pérdidas que
generan por falta de productividad o mejor calidad de vida representan
el 1,21% del Producto Interno Bruto europeo. De acuerdo con Eurofound,
esa cifra es bastante superior al 0,96% que representaban en 2008,
cuando se desató la crisis.
Según Eurofound, los ciudadanos sin
empleo, educación ni capacitación le cuestan a la UE unos tres mil
millones de euros por semana, y a partir de las crisis hay países donde
esa generación perdida crece a pasos agigantados, como por ejemplo
Grecia (54,7%) y España (52,9%).
El director de tendencias del
empleo de la OIT Ekkehard Ernst informó que el 70% de los jóvenes que
trabajan en la UE lo hacen por contratos temporales, en comparación con
el 20% de los adultos empleados.
Grecia encabeza el desempleo juvenil en la Eurozona
Grecia
registra la mayor tasa de desempleo juvenil de Europa, según la Agencia
Europea de Estadísticas (Eurostat). A mediados del año pasado el índice
general de paro llegó al 12,1%, pero tanto España como Grecia
duplicaron ampliamente la marca, con cifras que llegan al 26,9 y 26,8%,
respectivamente. En agosto de 2013 el índice de desempleo en Grecia
experimentó un importante aumento entre los jóvenes, llegando al 60,6%,
según la Autoridad de Estadísticas Griega (Elstat).
Jóvenes franceses afectados por alto índice de desempleo
El
Instituto Nacional de Estadísticas y Estudios Económicos (Insee)
informó que en el trimestre julio-septiembre de 2012 el 24,2% de los
jóvenes franceses de entre 15 y 25 años carecía de desempleo, el índice
más alto registrado en Francia durante las últimas décadas. Más de tres
millones y medio de personas en Francia no tienen vivienda o están
alojadas en muy malas condiciones, y el problema tiene mayor impacto en
los jóvenes con dificultades de acceso al mercado laboral, las madres
solteras y, en los últimos tiempos, también personas mayores con
pensiones demasiado bajas, revela el informe anual de la fundación Abbé
Pierre.
Jóvenes británicos enfrentan mayor crisis salarial y de empleo
Los
jóvenes británicos sufren una crisis salarial y de empleo superior a la
que enfrentan los adultos mayores de 30 años, afirmó la fundación
Resolution, tras advertir que la juventud británica fue la primera en
sentir el impacto de la recesión y puede ser la última en recibir los
beneficios de una eventual recuperación. Se registró también una
reducción de 6,4% en la remuneración anual de los jóvenes de entre 16 y
29 años en el período 2003-2010 en comparación con la disminución de tan
sólo el 1,5% del sueldo en los adultos mayores de 30 años.
Un tercio de los jóvenes italianos sin trabajo
Más
de un tercio de los italianos de entre 15 y 24 años de edad estaban
desempleados al cierre de julio de 2012 (35,3%), 7,4% más que en 2011,
informó el Instituto de Estadísticas (Istat). En octubre de 2013 el
desempleo juvenil en Italia alcanzó un nuevo récord de 41,2%.
Se incrementa la emigración juvenil en España
Al
menos 400 mil jóvenes españoles abandonaron su país en 2013 y quedaron
fuera de las estadísticas para calcular el desempleo, denunció la rama
juvenil de Izquierda Unida, y reiteró que el 55% de los jóvenes del país
carece de empleo.
Texto tomado de http://www.bolpress.com/art.php?Cod=2014021401, Antonio Rondón y Luisa María González, periodistas de la agencia Prensa Latina.
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